Por Víctor Spinelli, para Rock.com.ar
El cuarteto se presentó nuevamente en el reducto palermitano, esta vez para presentar su disco más reciente: ‘No hay mundo sin amor’.
El cuarteto se presentó nuevamente en el reducto palermitano, esta vez para presentar su disco más reciente: ‘No hay mundo sin amor’.
Atzmus. Foto: Víctor Spinelli | www.rockenfotos.com.ar |
Dios trabaja de maneras misteriosas, suele decirse, y es probable que la Fé sea uno de los misterios más difíciles de descifrar. Quizás – sólo quizás -, la mejor manera de comprender el fenómeno sea centrándose en el mensaje y no en el concepto de Fé como tal. Lo sé, este no es el espacio para tal discusión, pero siempre es bueno dejar algunas puertas abiertas.
Atzmus es una banda de rock, de rock pesado. Pero también es un grupo conformado por 4 personas rebosantes de Fé ¿En qué? ¿En Dios? ¿En cuál? ¿En el de quién? Si se tratara de un cuarteto de judíos, o de católicos, de evangélicos, mormones o budistas, la respuesta sería más simple… y cerrada. Pero no: el mensaje de Atzmus va más allá de los personalismos divinos: Es una Fé mucho más terrenal, mucho más palpable en lo cotidiano, en el día a día: el amor, la hermandad, la colaboración son los elementos de esta Fé: la Fé en la Esencia humana.
El pasado 6 de Junio Atzmus volvió a pisar fuerte en escenario del Roxy Live para presentar disco nuevo: ‘No hay Mundo sin Amor’. Con una apuesta decididamente más pesada que su antecesor ‘Ciudad de Luz’, el cuarteto recorrió de punta a punta la nueva producción ante una sala repleta y en el clima íntimo, casi de entre casa, al que nos tienen acostumbrados.
‘Contra la Corriente’, ‘Dulce Mar’ y ‘Evolución’ fue la terna que rompió, alrededor de las 21:30 – y luego de los rockanroleros Indeorn -, con el parco murmullo característico de toda espera. Desarmado el silencio, formalizado el llamado, llegaría la que da nombre al nuevo trabajo – ‘No hay Mundo sin Amor’ – y, tras un sentido elogio a ‘lo importante’, ‘lo que está adentro’, ‘la esencia’, un refuerzo para el contacto con el interior: ‘Conexión Directa’.
Atzmus. Foto: Víctor Spinelli | www.rockenfotos.com.ar |
En seguida llegarían dos de la primera placa, que tendría su merecido lugar en el setlist: ‘Vuelve a Empezar’ y ‘La Ultima Generación’, y otra del más nuevo, ‘Armonía’, que dejaría el terreno allanado para un breve pero aplanador sólo de batería de ‘El tractor’ Arrúa. Luego seguirían ‘Pan’, un insólito mix de las cuasi baladas ‘Lagrimas para crecer’ (de ‘No hay Mundo…’) y ‘Jardines de Fuego’ (de ‘Ciudad de Luz’), un poco más de magia instrumental en manos del ilusionista Javier Portillo, y una más del último disco: ‘No es Cuestión de Suerte’. Aprovechando el clima poguístico metalero, dos más del trabajo anterior, en clave pesada: ‘Un Mundo Nuevo’ y ‘El 10 del 7′.
Después de casi 1 hora y media de show a toda máquina llegarían las últimas, como una sola historia: ‘Volvé a Tzion’ – como recogimiento interior -, ‘No corras Más’ – ¿Para qué correr, si lo que necesitamos está aquí mismo, dentro de cada uno? -, ‘Juntos al Este’ – hacia delante, en comunión, con un destino común – y, luego de un brevísimo receso a telón cerrado, el hit, la infaltable: ‘Ciudad de Luz’.
Eliezer Barletta y Emanuel Cohenca – voz y guitarras, respectivamente – son judíos religiosos. Josué Arrúa y Javier Portillo – batería y bajo – son cristianos devotos. Así y todo, contra toda expectativa – o más bien contra toda costumbre -, los 4, juntos, le cantan al Amor. Universal. Esa es la novedad fundamental de Atzmus: el mensaje no es de idolatría para con (un) Dios, sino para la humanidad. Es un llamado a dejar las comodidades, ponerse a trabajar, transmitir ‘la buena nueva’. Y la primera manera de pregonarlo, es con el ejemplo: Juntos, en abrazo.
Fuente: www.rock.com.ar
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