Por Víctor Spinelli
Finalmente ocurrió: Focus, una de las bandas más importantes y referentes obligado del rock progresivo mundial, llegó a la Argentina para festejar sus 40 años. Fue el miércoles 21 de marzo, en el Teatro Coliseo.
Musicalmente impecable y definitivamente uno de los shows más divertidos a los que tuve la oportunidad de asistir. La banda, conformada en la actualidad por dos de sus miembros originales - el tecladista, flautista y vocalista Thijs van Leer y el baterista Pierre van der Linden -, a los que se suman Bobby Jacobs en el bajo, y la joven promesa de la guitarra Menno Gojtes dieron un show en el que la única protagonista fue la música.
Con un repertorio de casi dos horas, con piezas en su mayoría instrumentales o con escasa participación vocal, los holandeses recorrieron la historia de la banda de punta a punta. Si bien el setlist contó con composiciones de todas las etapas (por ejemplo Le Tango, de los 80's; o Aya-Yuppie-Hippie-Yee y Focus VII de los 2000), como era de esperase, el acento recayó sobre la época más prolífica de la banda (y del estilo): de los 70's sonaron clásicos como Sylvia, House Of The King, Le Cathedrale de Strasbourg, Harem Carem, Focus I, II y III - la última como bis - la obra maestra Eruption y el esperado pero no por eso menos emotivo Hocus Pocus, tema que, allá por 1972, lanzó a la banda de manera definitiva a primera división.
Los intérpretes: excepcionales, por donde se los mire. Pierre van der Linden deslumbró con unos sólos de batería de otro planeta - más de un baterista de los en boga en la actualidad habrán tomado nota ya en los 70's de los trucos de este gran instrumentista -. Bobby Jacobs tuvo sus momentos solistas pero, sobre todo, fue una base sólida e inconmovible, fundamental para que la banda siga sonando como en sus tiempos de mayor gloria. Y la mención especial para el más joven, el guitarrista Menno Gojtes que si bien cumplió a rajatabla con el legado del grandioso Jan Akkerman, a la vez logró, con un sonido propio e innovador, dar a la banda una vuelta de tuerca renovadora, una gran bocanada de aire fresco y puro.
Por su parte, van Leer no sólo demostró sus dotes musicales al tocar la flauta traversa y el órgano simultáneamente - uno con cada mano -, y cantando sus ya tradicionales onomatopeyas, sino que es, además, un showman incomparable, que mantuvo al público entretenido (con algunos momentos de llanto de risa) con sus chistes, sus comentarios, sus historias y hasta se dio el gusto de pasear por la sala, entre el público, tocando una compleja pieza para flauta solista, sin micrófono, que hizo que todo el resto del teatro - pullman's y super pullman - se pusieran de pie para seguir cada uno de sus pasos por el nivel inferior, el de la platea.
Un show excepcional, con un sonido prolijo y claro, ideal para disfrutar de algunas de las composiciones más complejas y preciosas que ha dado el rock progresivo y experimental, y que no necesitó de decorado alguno, ya que lo más colorido y llamativo de la noche fue Focus en su propio esplendor.
Así arrancaba Focus en el Teatro Coliseo
Video: Canal de Youtube de cucuneno
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