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2 de octubre de 2013

Dream Theater: Lo nuevo de Petrucci & Cía.

Por Víctor Spinelli, para Rock.com.ar

'Dream Theater', doceavo trabajo de estudio del quinteto estadounidense - primer homónimo de su carrera -, acaba de salir a la venta, terminando de una vez con las lógicas ansiedades de la espera ¿Cómo sería un disco de Dream Theater sin Mike Portnoy controlando obsesivamente cada detalle e imprimiendo su inconfundible y genial impronta en cada compás?


Las opiniones, como era de esperarse, son divergentes. Mientras que los fundamentalistas de 'Awake' e 'Images & Words' claman (como desde hace 20 años) por composiciones de aquel estilo, otros, que de a poco han ido aceptando la sana e impredecible evolución de la banda, lo devoran varias veces al día, asimilando poco a poco y sin prejuicios lo que el nuevo Dream Theater, ahora con Mike Mangini tras los parches, tiene para ofrecer.

La primera diferencia importante está, lógicamente, en la batería. Entre otras cosas, apenas comenzado el álbum se hace evidente la ausencia de aquellos interminables fills de toms, marca registrada del miembro fundador que dejara la banda en 2010. Mangini - que en su segundo disco junto a Dream Theater participa también como compositor - se destaca por otras cosas: velocidad, precisión, contundencia, versatilidad. Mangini no se engolosina. Mangini se mide. Y acierta. En este sentido, nos encontramos con bases más lineales, sin tantos firuletes. El resultado, sin embargo, es positivo: canciones dinámicas y accesibles - que probablemente llamen la atención de nuevos oyentes -, pero de candencias agresivas y contundentes.

La extraordinaria pero breve pieza instrumental en tres movimientos que abre la obra, 'False Awakening Suite' (I. Sleep Paralysis, II. Night Terrors y III. Lucid Dreams), funciona muy bien como disparador de un disco que, sin embargo, inmediatamente tomará un rumbo completamente distinto con el primer corte de difusión, la agresiva y metalera (la más metalera de la placa) 'The Enemy Inside', dedicada a los miles de veteranos que, lejos de la guerra, aun sufren las consecuencias de servir en el frente.


Otro vuelco inesperado e interesante llega con 'The Looking Glass', que transporta automáticamente al fundamental camino trazado por Rush a principios de los 80s. Por un rato nos olvidamos del metal para quedarnos con un rock progresivo de riff ganchero y buena onda. Enseguida, el fenomenal y violento instrumental 'Enigma Machine' ciertamente hace sospechar el liderazgo asumido por John Petrucci en términos de composición, al inscribirse en el tipo de melodias que podrían funcionar tranquilamente en un segundo disco solista.

Una bruta porción de torta de chocolate con dulce de leche: Así suena la guitarra del amo de las 6 cuerdas. Tal cual la foto con la que, en el estudio, JP grafica sus expectativas: "Muchas capas, mucho cuerpo y profundidad, y con la cantidad justa de glaseado".

La melódica 'The Bigger Picture', la más violenta 'Behind The Veil' y la también rockera 'Surrender To Reason' serán consecuentes con el giro de los últimos 3 o 4 discos del quinteto: canciones de 6 o 7 minutos, con contrastes de tempo entre verso y estribillo (melódico uno y dinámico el otro, o viceversa). La anteúltima y sencilla pieza, 'Along For The Ride' - segundo single y apuesta "melosa" del disco a la manera de DT, con el infaltable sólo aflautado del teclado de Jordan Rudess -, hará contraste con el track final, la épica obra de 22 minutos titulada 'Illumination Theory' (I. Paradoxe de la Lumiére Noire, II. Live, Die, Kill, III. The Embracing Circle, IV. The Pursuit of Truth y V. Surrender, Trust & Passion), en la que el bajista John Myung se lucirá como nunca, y de la que no se puede decir más que una cosa: otra obra de arte como las que sólo Dream Theater puede maquinar.


Quizás el punto más flojo del disco sea la ¿aparente? falta de fuerza de James La Brie. Quizás los años no vienen sólos, o la fuerte impronta instrumental del álbum relegó al vocalista a un lugar secundario. Como sea, en muchas partes - y no hay muchas partes cantadas -, el canadiense parece desmotivado, le falta agresividad; lo que resulta curioso, dado que en su más reciente trabajo solista, Impermanent Resonance (2013), larga toda la carne al asador.

Así y todo, el resultado final es sumamente positivo. 'Dream Theater' es equilibrado, innovador, entretenido, magistralmente tocado. Difícil. Dificilísimo para los más conservadores. Para los mejor predispuestos al cambio, sin embargo, es uno de esos discos que al principio cuestan pero, con las escuchas, termina enamorando.

El reciente lanzamiento - sumado a la inmimente presentación de la obra audiovisual 'Dream Theater: Live at Luna Park' en salas de todo el mundo, y que según informó Dream Theater Argentina, estaría llegando a nuestros cines hacia noviembre/diciembre - augura un gran año para la banda, represente indiscutible del género a nivel mundial.



Fuente: Rock.com.ar

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