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1 de abril de 2012

Siente la oscuridad: Opeth volvió a Flores.

Por Víctor Spinelli

Uno de los eventos más esperados del año por el público argentino del metal progresivo finalmente se hizo realidad: el sábado 31 de marzo, Opeth presentó Heritage, su disco más reciente, frente a un Teatro de Flores en el que no cabía un alfiler.


El show que Opeth ofreció el pasado viernes 31 de marzo en su segunda visita a nuestro país fue, realmente - al igual que en su paso anterior por el barrio de Flores en 2009 -, algo que no se olvida fácilmente. Marquemos, sin embargo, algunas diferencias con aquella mítica presentación de hace 3 años: primero, que si bien las dos veces fue en el barrio de Flores, en aquella oportunidad fue en The End Live (un lugar bastante más grande, también repleto hasta el último rincón) y, segundo: que si bien en ese momento existía una gran ansiedad por ser la primera vez que la banda tocaba suelo argentino, en este caso la ansiedad era aun mayor, porque el disco a presentar marca un quiebre definitivo en la carrera de la banda: Heritage es un disco de rock progresivo, con algo de metal pero, decididamente, sin absolutamente nada de death metal ¿Qué podemos decir, entonces, de la esperada fecha?

Como lo hicieran en 2003 para la filmación de su DVD 'Lamentations', el show estuvo dividido en dos partes: Una más tranquila, en la que desfilaron temas en clave de rock progresivo con toques jazzeros y semiacústicos, y algunas baladas de las más aclamadas. El punto en común de estas piezas: las voces limpias. Mientras que, en la segunda sección, la banda interpetó unos pocos - pero de los mejores, clásicos - temas deathmetaleros.

Como era de esperarse - y de acuerdo a las listas de temas que se venían manejando -, la banda arrancó con The Devil's Orchad, corte de difusión de Heritage, e inmediatamente después - más no antes de que Akerfeldt aclarara, desafiante: "Tengo bigote, ¿y qué?" - llegó I Feel The Dark. Formalmente iniciado el ritual, y con un público manifiestamente conforme con lo que estaba escuchando, sonó la primera de esas que todo el mundo canta, el primer clásico de la noche: la oscura semi-balada Face Of Melinda (Still Life, 1999).


"¿Aman a Dio?", pregunto el vocalista, y todos supieron que lo siguiente era aquel gran homenaje al Príncipe de las tinieblas incluído también en la nueva placa: mucho rock, mucho metal clásico, más muy al estilo del Opeth de Heritage: Slither. El pogo desenfrenado, que venía conteniéndose durante los primeros 3 temas, no tardó en aparecer. Pero no fue más que un avance de lo que vendría más tarde, porque a este rockazo riffero lo siguieron dos bien tranquilos, pero que conmovieron profundamente los corazones de toda la audiencia: Es que se trataba de Windowpane (Damnation, 2003) y Burden, quizás dos de las composiciones más bellas que ha sabido dar el repertorio de esta gran banda sueca.

El cierre de la primera parte del show llegaría con dos más de la última placa: luego de que el cantante explicara que se trataba de una canción que tocaban hacía unas pocas noches, y que quizás a partir del día siguiente sería un clásico o que, por el contrario, luego de escucharla los oyentes tiraríamos el disco a la basura, vino la trabadísima The Lines In My Hands y, finalmente, una pieza de corte folclórico sueco: claro, Folklore.

"Llega un punto en que se hace obligatorio mostrar nuestra otra faceta. Claro que me refiero a la faceta de Salsa. Ahora tocaremos un poco de salsa, y Martín (Méndez, bajista) demostrará sus dotes de bailarín de salsa, y también hará un poco de zapateo de tap. Los haremos bailar. ¡Bailen, malditos, bailen bailen, malditos!".

Fue más o menos el prólogo con el que Akerfeldt daría comienzo a la segunda etapa del show. Entonces sonaron Heir Apparent (Watershed, 2008) y, posteriormente, The Grand Conjuration (Ghost Revieries, 2006) y The Drapery Falls (Black Water Park, 2002) , con la que cerrarían parcialmente el show.

Luego de unos minutos, otra de las hilarantes historias del excéntrico frontman: "Hace un tiempo Diego Maradona me pregunto: 'Mikael, ¿cómo haces para jugar tan bien al fútbol?'. Le dije que con mucha práctica", y prosiguió: "También me dijo: Yo escucho mucho a Julio Iglesias, a Enrique Iglesias, y a esta chica, ¿cómo se llama? Madonna; pero ahora tengo una nueva canción preferida, y es una canción tuya. Mikael, eres un genio - lo dijo Maradona, no yo -. Esa canción es esta": Increíble cierre con el súperclásico Deliverance.

Durante toda la presentación se disfrutó de un sonido excelente: nítido, clarísimo, a un volumen más que justo, lo que permitió - además poder escuchar placenteramente cada detalle instrumental - gozar de una voz como la de Mikael Akerfeldt, una de las mejores de la escena metalera internacional contemporánea.

¿El saldo de la noche? Un público que cantó y coreo cada una de las canciones; que saltó y empujó cuando la situación lo requirió, que gritó y arengó toda la noche. Una banda increíble, una presentación impecable, de un nivel superlativo, que sin importar cuál sea el quiebre musical, sabe adaptarlo a su estilo tan único, aquel que hace que Opeth no sea una banda cualquiera del género, sino una de las más grandes de los últimos 20 años.




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